martes, 26 de diciembre de 2017

SÓLO DIJE UNA MENTIRA. ¿CREES QUE SERÁS CAPAZ DE OLVIDAR? (CRÍTICA A SHIGATSU WA KIMI NO USO).




La visión de la música de origen asiática, concretamente japonesa, que los adolescentes occidentales tienen se basa en su gran mayoría en los grupos kpop, el concepto de idol, y por norma general se les puede ver cantando sus canciones, ya sea porque realmente conozcan a dichas celebridades o porque formen parte de la música que encabeza o finaliza su serie anime favorita. Recapacitando un poco, uno se plantea si eso es todo lo que la cultura japonesa tiene que ofrecernos al resto del mundo con respecto a la música no tradicional.


Frente a esta duda existencial, Naoshi Arakawa, creador del manga Shigatsu wa Kimi no uso, más conocido como Your lie in April, tuvo a bien poner cartas en el asunto, aunque por la naturaleza de la presente creación, las emociones que puede llegar a provocar son más notorias en la versión al anime del estudio de animación japonés A-1 Pictures, especialmente por su apartado musical

La serie gira en torno a un joven expianista llamado Kousei Arima, quien es engañado por su amiga de la infancia Tsubaki para presenciar la actuación de Kaori Miyazono, violinista de la escuela a la que van ambos y Watari, el otro amigo de Kousei y al que la chica quería conocer. Tsubaki conoce la aversión del protagonista a los auditorios desde que dejó de tocar, y por ello solo le comenta que su amigo y Kaori irían de cita con ella para que la acompañara.

Desde el momento cero infunde la sensación de no ser un anime de amor clásico, y realmente quiere hacer denotar que más allá de la música hay algo más: la pasión y el alma del artista, contexto que resalta durante el primer encuentro entre el afligido pianista y la emocional violinista, gracias al tipo de ambiente que se sucederá a través del anime. El canto de una melódica, un instrumento de viento con un teclado que toca sus notas al soplar, imbuye la escena y al chico del sentimentalismo que caracterizará toda la animación, momento emotivo que da paso a una escena cómica entre ambos, relajando la atmósfera sentimentalista para no empalagar al espectador.


Ambos protagonistas son contrapartes de la música: Kousei, el apodado metrónomo humano que deja de tocar dado que es incapaz de escuchar su propia música por un trauma, y la radiante musa de la cuerda frotada Kaori, cuyo fin en su vida es poner su alma en cada nota que su arco le permite tocar solo para que la gente la recuerde, porque ése es el fin de un buen músico. Se da desde el primer compás que toca en una competencia lo que consideraría una batalla musical, en la que Kaori deja llevar su música al estado más profundo de su ser, presionando a su acompañante. Es Kreutzer sonata de Beethoven, sin duda, pero sin duda también es de Kaori, cosa que se considera blasfemia en una competencia. A partir de entonces se convertirá en el viento que lleve los pétalos de cerezo a través del corazón de Kousei.


Contar la historia de ambos personajes hasta el final rompería por completo cualquier intención de ver esta serie, añadido al hecho de que el resto de personajes no son relleno en el mundo de Your lie in April. Tsubaki y su relación con Kousei, que deseaba desesperadamente que su mundo volviera a brillar a la luz del piano, Watari, que podría considerarse uno de los desencadenantes del encuentro, los autoproclamados rivales del chico por causas diametralmente opuestas Emi y Takashi, la dolorosa determinación de Nagi… 


Todo el elenco de personajes nos permiten ver a través de ellos y descubrir sus verdaderos colores, tanto los que no tocan como los que se enzarzan en verdaderas guerras emocionales entre las cuerdas, frotadas o percutidas: la ira, la desesperación, el amor, la felicidad, el miedo, la frustración, y esencialmente la pasión de cada uno; cuando todos esos sentimientos se funden en uno, solo la música sabrá qué decir a continuación.

Si tuviera que dar una queja de algo, es del recurrente aviso dentro de los pensamientos de Kousei para nosotros de que ella es su inspiración y la melodía para seguir adelante con la historia, algo que excede la atmósfera de romanticismo y, a mi parecer, podría llegar a resultar pesado para los que desde el principio reconocen lo que ocurre, además del paso del tiempo poco orgánico con respecto al pasado, ya que se nos dice que Kousei lleva dos años sin tocar pero la diferencia de tamaño apreciable en los recuerdos que presenciamos y el adolescente parecen no cuadrar con las edades, de doce años a catorce.

A título personal y para dar una opinión a la altura en este blog, volví a ver la serie con gran gusto, y recomiendo encarecidamente verlo con auriculares en lugar de altavoces, el apartado musical de Shigatsu wa Kimi no uso merece ser escuchado lo más claro posible, a fin de que llegue al corazón como se pretende, y prestar mucha atención a la caracterización, tanto de los personajes como del entorno, por joyas como las actuaciones y el final del undécimo capítulo, especialmente por aquellos detalles que no saltan a la vista sin pensar en su sentido, como la contextualizada palidez de un personaje a partir de cierto momento independiente de la luz utilizada en la escena, cosa que me gustaría que fuera una referencia y no solo una ilusión que me haya provocado yo mismo.
 Por último querría felicitar al grupo Goose House por ponerme la piel de gallina cada vez escucho Hikaru nara, canción de entrada, sabiendo el significado de la letra, y al compositor de la serie por entrelazar las emociones con las notas tan fielmente. 

“No me he relajado en absoluto, practiqué hasta desmayarme. Si di una presentación descuidada después de todo eso, entonces ese soy yo ahora, soy solo yo tocando con todo lo que tengo.”.
  -Kousei a Takeshi.






KOSU MADE


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